TESIS EN COMUNICACIÓN PARA EL DESARROLLO

EN ESTE BLOG ENCONTRARA TODOS LOS ARTÍCULOS, LINKS E INVESTIGACIONES DE LOS DOCENTES DE LA UNIVERSIDAD JORGE TADEO LOZANO SECCIONAL CARIBE, PATRICIA RUIZ ACERO, GERARDO FERRO ROJAS Y DAVID CANEVA AKLE. ESTOS DOCUMENTOS CONFORMAN LA TESIS FINAL SOBRE INTERPELACIÓN Y REPRESENTACIÓN JUVENIL A TRAVÉS DEL PROGRAMA BANDERAS EN MARTE DEL CANAL PÚBLICO NACIONAL "SEÑAL COLOMBIA"

4/11/2007

• LIEBRES, PARADOS, LÁMPARAS, PERROS Y CALLE: “la gente siempre juzga por la apariencia, es como un estigma visual…”

Este capítulo, de los tres analizados en esta investigación, es en el que más se ve utilizado el lenguaje callejero, desde los apodos con los que se suele autodenominar Danilo, un joven de la calle rehabilitado de 22 años, “divino… zarco…el yogur… pechigallina…”, hasta los términos usados por él mismo para referirse a las posiciones de respeto que debían ganar en la calle frente a los demás, “nos tocaba pararnos en la raya, defendernos por nosotros mismos… aprendí a tirar chuzo…”. La narración de Danilo, hecha durante la primera parte del programa, en la secuencia de animación, es un relato corto que resume su vida, su experiencia, y la refleja la vida en la calle. “Ahí era más duro la vuelta, le tocaba a uno pararse duro…”, dice Danilo refiriéndose al período en que vivió en la Autopista. Las frases de Danilo y sus expresiones rudas, son el producto de una vida igual de ruda, formada a la intemperie desde los 9 años de edad. “Los tombos jodían mucho, uno no podía dormir en paz… artos parceros murieron atropellados por los carros por estar corriendo de los tombos…”. Los tombos, los policías, se convierten para Danilo y parceros de la calle, en los tipos malos, los que nos los dejaban dormir y estar tranquilos. “En mi tiempo libre lo que hacía era deprimirme, extrañar mi hogar, mi cama… pero como uno es guerrero, pues cualquier pedazo de cartón servía como cama…”. Danilo se expresa, como el mismo lo dice, cual guerrero de la calle, extraña su hogar, pero sabe que su realidad está en la lucha por guerrearse un pedazo de cartón y sobrevivir; es decir, más allá de la adversidad, lo que Danilo deja ver en su discurso, es el rostro de un joven valiente, valentía que más adelante le servirá para salir de la calle y reorientar su vida, con la misma rudeza y fuerza de un guerrero. “En esta parte de acá dormíamos”, continúa narrando Danilo mientras señala los pastizales de una plaza, “aquí fumábamos bareta y nos encendíamos por lo que fuera… por dilemas maricas… porque uno no se tenía que dejar braviar… esa es la ley calle…”. Todas las intervenciones de Danilo, debido al lenguaje que utiliza, hacen alusión a esa ley despiadada que gobernaba sus acciones, la del más fuerte, la de la sobrevivencia. Danilo es el representante de una realidad, la indigencia en jóvenes y niños, y más adelante en el relato, se convertirá en un ejemplo de superación. “Yo estoy mamao de la calle… estoy mamao del ruedo… estoy mamao de robar… estoy mamao de las humillaciones… por eso es que ahora me estoy metiendo en unas vueltas más ásperas…” Y esas vueltas más ásperas de las que habla Danilo se refieren a su proceso de rehabilitación. Ásperas, porque reorientar la vida, para un joven que ha vivido y conocido los vicios de la calle desde los 9 años, no es nada fácil. Pero además, lo que expresa Danilo, cuando dice estar mamado de esa vida que llevaba y reclama por las humillaciones de las que era objeto, es la idea de la posibilidad de un cambio, y al decirlo, y al permitirnos escucharlo, se está poniendo en evidencia la necesidad del respeto, de su valor como ser humano. A través de lo que dice, se comprueba que Danilo ha recuperado esa dignidad que se había perdido entre los andenes. “Ahora cambio un bareto por un cuaderno, un arma por un taller, el deporte por un parche…”, “…la gente queda con la boca abierta, ya vio que uno sí…de ser un pegantero re áspero en el barrio, porque yo chupaba pegante en el barrio, ahora no, no lo hago, antes estoy dando un ejemplo…”

Yeyé, un joven de 20 años, estudiante de bachillerato y rapero, inicia su relato contándonos sobre la noche en que la policía se lo llevó preso sin ningún motivo, “yo le dije, señor agente pero tiene una justificación para llevarme, y me dijo: ´¿no se va callar gonorrea?´, y a ahí fue cuando me metió el bolillazo, ahí delante de toda la gente, las esposas y a la camioneta…”. Para Yeyé, como para muchos de los jóvenes entrevistados, la tomba representa el ente de discriminación y estigmatización de la que son víctimas muchos jóvenes de estratos populares. “Yo callejeaba mucho y… en la calle uno conoce muchas cosas, gente brava conocí de verdad yo, uno no es que quiera ganar de malo ni nada de eso, pero cuando toca, toca, porque uno tiene que ganarse el respeto de la gente, porque la calle es la calle y en la calle no hay gente buena…”. El testimonio de Yeyé, por un lado, sirve como reflejo de una realidad de ciertos sectores populares, donde la convivencia en lo público se construye a base de respeto, o de hacerse respetar, aunque esas connotaciones de respeto no necesariamente deban desencadenar en actos delictivos. Por otro lado, cuando Yeyé se refiere a la calle como un espacio donde no hay gente buena, demuestra una concepción triste y cruda que un sector de la juventud tiene hacia lo público, y hacia la calle en este caso, como un espacio de conflicto y no de encuentro. Yeyé continúa hablando del respeto con un grupo de amigos raperos: “…vea yo a esa gente no le puedo quedar mal, porque donde yo les llegue a quedar mal, mejor dicho, pierdo el respeto, y el respeto es algo que no se puede perder…”, esa idea de respeto y hacerse respetar, idea que en Yeyé se forma por su experiencia en la calle y en los barrios pesados –como él los llama- donde ha vivido, es la materia prima que inyecta Yeyé a cada una de sus actividades, porque la búsqueda de ese respeto es también la búsqueda de la perfección, de hacer las cosas bien, y cuando habla de esto mientras organiza una vuelta con sus amigos, como nos daremos cuenta más adelante, se refería a la grabación de un demo que luego escucharemos al final del capítulo. Para Yeyé la música es muy importante, es una manera de salir adelante, “yo me junté con esta gente”, dice refiriéndose a los compañeros de su grupo, “porque ellos sabían a donde querían llegar, porque querían ir lejos, y dije, no, esta es la gente con la que yo tengo que andar…” En relación a sus canciones dice lo siguiente: “a mi gusta cantarle a todo, cantarle al amor, a la calle… porque lógicamente uno es como un poco resentido con las cosas, pero no me dejo llevar por eso, por eso me gusta cantarle a todo, porque antes de ser rapero soy persona…”. Yeyé lo tiene claro: de la vida que ha tenido que vivir y ver en el barrio, de las discriminaciones de las que sido objeto, nace ese resentimiento, pero su música, su rap es para él, como para muchos jóvenes de su condición, un elemento para enfrentar la vida, la adversidad, y expresar lo que sienten. En la letra del video-clip esto se ve reflejado claramente:

El video-clip de Jeisson Cardona (Yeyé), es de su canción Plantar Mi Bandera, allí, Yeyé dice lo siguiente: “metiéndole duro mi pana, haciendo las cosas con ganas, la letra me sale del alma, yo no canto por la lana… yo quiero llegar lejos para representar al barrio, para ayudar a mi mama…”, de esta forma, Yeyé planta su bandera, y habla de los deseos de superación de él, y de los jóvenes de los sectores más deprimidos de la ciudad, “censura y madura, me atacan con locura, la gente de mi barrio le pone quejas al cura… yo la cojo suave porque la vida está dura… avanzo sin estope de una manera frontal… digan lo que digan yo no soy un criminal…” , los estigmas de los que son víctimas, confundiéndolos con criminales por la ropa que usan, por sus cortes de cabello o su vocabulario, ante esto, Yeyé antepone el trabajo duro y frontal para lograr las metas, “por eso me choca mi pana que me traten como un maleante, yo quiero que toda la gente me mire como un cantante, brillante, gigante, cada vez más elegante…”; Yeyé conoce su condición, sabe que proviene de barrios del sur, que en ellos está su esencia como rapero y desea ser valorado por eso, “yo soy callejero de corazón abundante, humilde, sencillo, y sin aires de pedante…”.

Los jóvenes son concientes de la estigmatización de la que son víctimas, y se manifiestan en su contra haciendo lo que les gusta, como dice Rodrigo, un joven rapero de 20 años, “la gente siempre juzga por la apariencia, es como un estigma visual… porque no todos los raperos son rateros, o marihuaneros, o están reunidos para hacer algo malo… lo malo que yo veo es que ya no se puede dar uno ni un rato de esparcimiento…”. En sus testimonios también se pone en evidencia un deseo de superación, de salir adelante por medios lícitos y haciendo lo que más les gusta. Para ellos, como bien lo dice Yeyé, la razón por la que muchos jóvenes caen en la delincuencia tiene que ver con la familia, y “con los valores que a uno le enseñan, por ejemplo, yo soy alguien que puede pasar hambre pero nunca robaría, pero también es por lo valores que me han inculcado en mi casa.” La importancia de la educación en valores queda clara en este testimonio, al igual que en el expresado por Juan, de 23 años, cantante de Jam-Block, “los contextos se hacen según la educación, y ese es el problema, que no hay educación…”