TESIS EN COMUNICACIÓN PARA EL DESARROLLO

EN ESTE BLOG ENCONTRARA TODOS LOS ARTÍCULOS, LINKS E INVESTIGACIONES DE LOS DOCENTES DE LA UNIVERSIDAD JORGE TADEO LOZANO SECCIONAL CARIBE, PATRICIA RUIZ ACERO, GERARDO FERRO ROJAS Y DAVID CANEVA AKLE. ESTOS DOCUMENTOS CONFORMAN LA TESIS FINAL SOBRE INTERPELACIÓN Y REPRESENTACIÓN JUVENIL A TRAVÉS DEL PROGRAMA BANDERAS EN MARTE DEL CANAL PÚBLICO NACIONAL "SEÑAL COLOMBIA"

4/11/2007

9.2.1.3 codigos proxémicos y paralingüísticos

De Diego, el personaje principal del capítulo de El Ocio, se encontraron varios códigos referentes a su lenguaje no verbal. Diego tiene un tono de voz bajo, con un ritmo pausado, tiende a mover constantemente sus cejas al hablar, su sonrisa es pequeña, y continuamente coloca sus manos sobre la cabeza cuando está hablando. La lectura que se hace de esta gestualidad de Diego frente a la pantalla nos muestra a un joven tímido, introvertido, inexpresivo corporalmente, infantil en contraste a su lenguaje verbal que expresa madurez frente a la vida y el trabajo. La mirada de Diego es pensativa y sus ojos se mueven rápidamente a diferentes puntos, esto parece reafirmar el carácter indeciso del personaje, quien por algún tiempo anduvo desorientado y sin claridad respecto a su proyecto de vida.

Las posturas de Alejandro, de manera inconsciente, transmiten su deseo de construirse como adulto, como alguien dueño de su vida, independiente, capaz de sacar adelante un proyecto como productor musical. Ser adulto significa también ser respetado y ser tenido en cuenta, y es quizá esto lo que intenta comunicar Alejandro desde sus posturas kinésicas. Su dedo índice, por ejemplo, se ubica la mayoría de las veces en la sien, dando señas de concentración; la mano en la boca mientras escucha a Flow de Barrio, los brazos cruzados y las manos sobre sus piernas cuando da sus testimonios, significan un manejo de la situación, manifiestan una forma de aparente control.

Desde la semiología del gesto, existen evidencias claras que contraponen las posturas y maneras de relacionarse con el mundo, entre Diego y Alejandro. Mientras Diego, el mayor de los dos, corporalmente es más infantil y más tímido, Alejandro intenta convertirse en adulto a través de sus gestos. Además, el lenguaje verbal también es opuesto en este caso; el lenguaje de Diego es más estructurado, claro y maduro, mientras que las afirmaciones de Alejandro van más de acuerdo a su edad y en desacuerdo con su kinesia. Teniendo en cuenta que la kinesia habla desde el inconsciente, cuando Diego afirma en el encuentro con Alejandro que se está “volviendo viejo” al mencionar su edad, su conducta infantil está negando eso mismo que ha afirmado verbalmente.

En el capítulo de El Ocio, se distingue al final un símbolo paralingüístico bastante evidente, y que culturalmente está significado con el concepto de la flojera, pero que en el caso de la temática manejada en El Ocio, se convierte en una ironía: la hamaca donde descansan los personajes para dar sus reflexiones finales. Un recurso semejante es el usado en Bendito sea el sexo, donde cada uno de sus personajes se presenta acostado en una cama roja, sobre un cojín en forma de corazón. Al final del capítulo, el testimonio concluyente es dado utilizando un marco decorado de manera muy kitch y en forma de corazón donde sobresale el rostro de los personajes.

En Edilberto, uno de los personajes de Bendito sea el sexo, el gesto que acompaña a cada una de sus palabras es una leve sonrisa. Su voz es gangosa, su cuerpo inexpresivo y rígido. Está gestualidad, de acuerdo a como hemos definido la kinesia, sugiere tres cosas: primero, un síntoma de nerviosismo frente a las cámaras; segundo, una posible mentira respecto a lo que afirma; o tercero, que simplemente al reírse con picardía, recuerda sus experiencias sexuales. Esta sonrisa se transforma en una total seriedad cuando asume su rol de cadete dentro de la corte marcial en los quinceañeros; es este caso, sus gestos indican fortaleza y estoicismo de la disciplina militar.

La mirada de Sindy, en el programa de El Ocio, es atenta, su tono de voz es fuerte y claro a pesar de un leve “seseo”, sus manos siempre están en movimiento. De la misma forma, Indira se expresa claramente, con un tono de voz fuerte y una buena pronunciación, su mirada es serena, y frunce el ceño al hablar, al igual que con Alejandro, su actitud revela cierta adultez, pero en este caso, no sólo corporalmente sino también a través de su lenguaje verbal. Sindy, con sus 15 años, demuestra ser una chica madura, segura, consciente y clara frente a su proyecto. Cristina, la esposa de Edilberto en el capítulo del sexo, es una joven de contextura gruesa que se maquilla, siempre mueve sus manos mientras habla y nunca mira a un solo punto sino que dispersa su mirada por el espacio; tiene un tono de voz suave. Acostada boca arriba sobre su cama y llena de muñecos habla sobre la sexualidad, Cristina es una mujer maternal, tierna y romántica. En una secuencia del capítulo, Edilberto y Cristina van de la mano por una calle, él es quien la lleva y la guía por el camino; y en otra secuencia donde aparecen los dos, ella está ubicada detrás de él. Los casos anteriores, desde aproximaciones hechas por la proxemia y la kinesia, hablan de una relación que parece sustentarse desde los patrones tradicionales donde es el hombre quien domina la relación de pareja.

La mujer lesbiana, es una joven de cabello corto, de contextura menuda, en esta secuencia no se determina muy claramente los movimientos corporales debido a la estética visual utilizada para no identificar al personaje. Por esto mismo, los códigos paralingüísticos son los más relevantes y evidentes en la presentación de este personaje: su tono de voz es dulce, fuerte y claro. Se expresa con seguridad, con una dulzura y suavidad que la hacen ser bastante femenina. El movimiento de sus manos es constante y lo utiliza para reafirmar y fortalecer sus frases. Nikita, al igual que el caso anterior, es una mujer con un tono de voz amable, tierno y femenino; esta feminidad podría contrastar con su cabello corto, su pircing, su vestuario agresivo, y sobre todo, con la expresividad abierta y despreocupada de su cuerpo frente a sus amigos. Cindy, la niña de 15 años que aún no ha tenido su primera experiencia sexual, es de contextura gruesa, y combina su uniforme de colegiada con accesorios llamativos y recargados de color. El tono de voz de Cindy es bajo y habla pausadamente. Su actitud corporal es la de una adolescente y está en concordancia con su discurso.

Danilo, el personaje central de Liebres, parados…, se expresa, de manera verbal como no verbal, como un joven de la calle. Es de baja estatura, fuerte, maneja su cuerpo con seguridad y agilidad, camina bamboleando su cuerpo como si se enfrentara a otros, levanta los hombros y se mueve todo el tiempo como si a todo momento estuviese preparado para atacar, a la defensiva. Al momento de se encuentro con Yeyé, esta seguridad y rudeza da paso a una intranquilidad y nerviosismo, su voz se hizo quebradiza, y su actitud agresiva se volvió noble, la de un chico que conoce a un amigo que puede enseñarle algo más de lo que le gusta: el rap.

Los jóvenes raperos es un grupo que aparece en los tres programas, evidenciando la relación directa de la música popular con lo joven, pero al mismo tiempo, marcando una serie de códigos no verbales bastante dicientes. En el Sex Shop, donde conversan los integrantes de Impacto Creciente, y unos bailarines de brake-dance sobre sexualidad, su orientación espacial habla de la necesidad de grupo, en cámara los vemos siempre conversando juntos, en grupos de dos o tres, interactuando entre ellos con camaradería y mucha cercanía, y con gestos exagerados propios de la cultura rap. El rapero cruza las manos porque quiere infundir respeto, y esa misma proxemia muestra quién es el líder del grupo. Paralingüísticamente, los raperos son muy gestuales, el manoteo constante al hablar y al cantar es una manera de situarse en el mundo, un cuestionamiento al otro “¿qué tal te parece lo que estoy cantando?, ¿muéstrame qué dices tú?”, y también es una manera de resistencia desde su música, como si a través de sus gestos, el rapero preguntara “¿por qué me oprimes?, ¿por qué me excluyes?, ¿cuál es tu problema?”. La postura retadora, la mirada de superioridad del rapero, sus manos en los bolsillos -como en la secuencia inicial de Liebres, parados… donde muestran al grupo de raperos en la cancha del barrio, o en el montaje donde se presenta a Yeyé en una sucesión de planos disueltos- , muestran una actitud aparentemente agresiva pero que en últimas no es más que un mecanismo de defensa frente a la sociedad. La orientación espacial de los raperos –como en la secuencia inicial de Liebres, parados…- en sus lugares de encuentro, marcan una ubicación que se puede comparar con su situación en la sociedad: se reclinan contra las paredes para observar con detalle su entorno, dejando el centro vacío, para darle lugar al baile, y para acentuar su condición periférica, de resistencia y de exclusión.